22 marzo 2008

Ya se están terminando las mini-vacaciones de Semana Santa...ya cada vez está más cerca la vuelta a la rutina: clases-trabajo-casa-gimnasio-clases-trabajo etc etc en fin, todo lo bueno se acaba!!




Me he pasado toda la semana a la caza y captura de caballos. Caballos de todo tipo: salvajes en los montes gallegos, domésticos pastando en fincas privadas, de competición en un concurso de saltos...lo dicho, todo tipo de caballos vistos a través del objetivo de mi cámara. La idea era conseguir material para participar en un concurso fotográfico pero...¿alguna vez os habéis parado a pensar en lo difícil que es fotografiar a un caballo? La primera dificultad es que no se están quietos nunca! en el concurso de saltos ya me pareció una tarea imposible, en los montes ya ni te cuento, y los únicos que posaron encantados para mí fueron los caballos domésticos que me encontré por el camino. Ellos parecían tristes, algunos con las patas atadas entre sí y casi sin poder moverse, otros atados con cortas cadenas que restringían sus movimientos, unos jóvenes y otros casi ancianos, todos me miraban escépticos, me analizaban primero y después de comprobar que no suponía ningún peligro, dejaban que me acercase para retratarles. Me miraban con sus ojitos lastimosos y luego seguían a lo suyo: saboreando la mejor hierba.


La verdad es que me dieron mucha pena, pero después de ver lo guapos que salieron en las fotos quiero imaginar que mi breve compañía les agradó e hizo más ameno su día.

13 marzo 2008

Hoy tengo una herida en el corazón.
Yo siento varios tipos de amor: el amor hacia mi pareja, el amor hacia mis padres, hacia mis amigos, mi familia, etc. Todos se sienten de distinta manera y todos son igual de intensos. Cuando uno de ellos sufre, mi corazón se resiente y comparte el dolor.
Hace tiempo que una de esas partes está sufriendo, y yo con ella. Pero por más que lo intento no encuentro la manera de mitigar ese dolor, y este sentimiento me atormenta y hace que mi cabeza dé vueltas, piense y busque soluciones y culpables. No pretendo reflejar aquí la causa de este tormento, sólo la consecuencia: y es que quien hace daño al objeto de mi amor me lo está haciendo a mí también y no podré evitarlo pero tampoco perdonarlo jamás.

08 marzo 2008

05 marzo 2008

Golden Heart V y último.

Desde aquello pasaron unos días en que no nos vimos, ni coincidíamos en el trabajo ni en ningún sitio. ¡Gracias al cielo!, pensé que era el fruto de mis rezos diarios. No quería verle, ¿qué iba a decirle?:"Siento lo de la otra noche, no volverá a pasar", no podía decirle eso porque...porque.....no era verdad!
No quería reconocerlo, pero estaba deseando volver a verle, volver a sentir las mariposas revolotear, volver a despertarme a su lado, volver a sentir su suave piel y sus ojos negros clavados en los míos. Pero pasaban los días y parecía que la tierra se lo hubiese tragado. No aparecía por ninguna parte, y no podía llamarle, parecería una mujer desesperada. Tenía que emcontrármelo casualmente y parecer desinteresada, y todo eso que se suele hacer cuando alguien te atrae.
Pensé que otra vez me había vuelto a suceder, a mí, a la fría, calculadora e invulnerable mujer que domina y no quiere relaciones estables. Ahí estaba, de nuevo enamorada, sin coraza, desprotegida frente al amor, mostrando mis sentimientos otra vez. Estaba atemorizada. No quería volver a pasar por lo mismo nuevamente. No sabía si sería capaz de soportarlo, pero, en los comienzos de una relación, es más fuerte la pasión que la razón. Y ella me llevó a llamar a Alastair. Tomamos un café. Nos empezamos a conocer, a contar nuestras penas, nuestras aspiraciones en la vida y nos fuimos dando cuenta de que habíamos estado años perdiendo el tiempo. Éramos el uno para el otro, dos piezas del mismo puzzle y para ambos éramos la pieza que nos faltaba en el puzzle de nuestra vida. A partir de entonces, no ha pasado un segundo sin que lo hayamos compartido.
¿Es o no es un descubrimiento casual que lo tuve durante años delante de mí sin verlo hasta que llegó el momento preciso? Entonces...¿crees ahora en la serendipia?

03 marzo 2008

Golden Heart IV

...no recuerdo qué bebida era, pero lo que sí recuerdo es que, por alguna misteriosa razón, mi copa nunca estaba vacía. Más tarde, en la noche, me enteré de que esa misteriosa razón tenía nombre y apellidos: Alastair "el sexy prepotente"; él, sentado a mi lado, se encargaba de que no pasase sed bajo la mirada desaprobadora de Claudia, que veía sus intenciones más allá de la de saciarme la sed. Terminada la fiesta en casa de Mike, nos fuimos a bailar a Gabanna. ¡¡Genial!! Allí siempre ponen la canción favorita de Mike y mía: la de los Rebellious Strawberries, que bailamos como locos, luego yo hice una patética demostración de mis avances en danza del vientre con una de Shakira...¡Dios mío! El alcohol no sólo es peligroso por los accidentes de tráfico o la salud del higadillo, también hace mucho, pero que mucho daño, en la reputación de las personas. Para los qué aún no se habían enterado, a partir de ese momento supieron cómo meneo mi cuerpo en las pistas de baile. Afortunadamente, éstos conocían mi carácter y nadie se atrevió a recordármelo al día siguiente en el trabajo.
Alastair se acercó a mi cuello y me susurró: " No te vayas sin mí" ¡aaaaayyyyyy! Las mariposillas se pusieron como locas en el estómago, el esófago y casi estuve a punto de abrir la boca todo lo posible, para dejarlas escapar. ¿Cómo puede alguien con una frase tan simple hacerte sentir todo eso? Imaginé que debía de ser por el ron, que no me dejaba discernir entre lo que estaba pasando y lo que él imaginaba con ese calorcillo caribeño. Pero al día siguiente, al despertarme en mi cama y darme la vuelta....¡¡¡¡aaaaayyyyy!!!! ¡Dios mío! ¡¿Alastair!? ¿¿en mi cama??? Mmmmm nunca me había fijado en lo guapo que era ese tío, esa piel tan suave, esos ojos negros tan abiertos.....¡abiertos!! "Buenos días guapa, ¿qué tal has dormido?" ¡Ay! ¿qué le digo? ¿que no me acuerdo? ¿que cómo se atreve a meterse en mi cama sin avisar? " Muy bien guapo, ¿ya te vas?" eso fue lo único que salió por mi boca. Una invitación a dejarme sola.